Ribera sufre la ‘censura’ política de Von der Leyen: ni versos sueltos ni contrapesos internos

La Comisión Europea no permitió que Ribera explicara la histórica multa de Google y muestra la dominación absoluta de la institución por Von der Leyen.


El viernes 5 de septiembre, la Comisión Europea anunció una multa de 2.950 millones de euros contra Google por prácticas anticompetitivas en el mercado de la publicidad en línea. Es la segunda multa más grande en la historia de la Unión Europea en el apartado de antimonopolio. El golpe para la empresa estadounidense es importante. Y, sin embargo, la encargada de aplicar la política de Competencia, la vicepresidenta ejecutiva Teresa Ribera, no salió a la sala de prensa para explicar la decisión. ¿Por qué? ¿Qué ocurría? La Comisión ha dado a entender que Ribera no podía, por cuestiones logísticas, atender a la prensa.

Pero no fue así.

Para entender la dimensión completa de lo ocurrido hay que volver una semana hacia atrás. El viernes 29 de agosto, la dirección general de Competencia del Ejecutivo comunitario comunicaba a Google que el lunes impondría una multa por la investigación de sus prácticas en el mercado de publicidad online. Lo que siguió fue una campaña de fuerte presión por parte de la administración americanaMaros Sefcovic, comisario de Comercio, que había negociado el acuerdo con EEUU por el que la UE aceptaba aranceles generales del 15% a cambio de que fuera un techo, también intervino para intentar que Ribera frenara la decisión de su departamento. La española se negó. El lunes por la mañana, en el último momento, cuando la decisión se iba a adoptar, la multa se detuvo.

Había intervenido Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, que a través de la secretaría general de la institución podía detener el proceso. La alemana había escuchado así a Sefcovic, que temía que la sanción pudiera hacer que Donald Trump, presidente de EEUU, no cumpliera con su parte del acuerdo comercial. La decisión fue enormemente criticada por eurodiputados y políticos europeos, que consideraban que la Comisión estaba haciendo lo que prometió que el acuerdo le permitiría proteger: poner en riesgo la soberanía regulatoria de la Unión Europea.

Cinco días después, el viernes por la tarde, y sin que aparentemente nada hubiera cambiado, ya que Trump seguía sin firmar las decisiones que hacían aplicables el acuerdo cerrado a finales de julio, la Comisión Europea anunciaba la multa. Por motivos logísticos, explicó la institución, solamente podrían ofrecer una reunión con técnicos para que dieran una explicación de la multa, esquivando cualquier pregunta política o sobre lo ocurrido el lunes anterior. ¿Por qué no hablaba Ribera? El Ejecutivo comunitario no era capaz de dar una explicación exacta.

Como han explicado fuentes comunitarias a El Confidencial, Ribera estuvo en su despacho hasta las siete y media de la tarde, después de que terminara la reunión de los técnicos con los corresponsales, en la que también estaban presentes miembros de su gabinete y la directora general adjunta de Competencia.

Otra de las explicaciones que ha dado el Ejecutivo comunitario para explicar que Ribera no bajara a la sala de prensa es que «viajaba muy temprano el sábado por la mañana a Etiopía para una importante conferencia sobre clima«. «Sobre el viernes, no sé exactamente dónde estaba (Ribera)», explicaba este lunes Arianna Podesta, portavoz de la Comisión Europea. Sin embargo, Ribera no viajó a Etiopía el sábado «muy temprano». El único vuelo de Bruselas a Adís Abeba el sábado 6 de septiembre despegaba del aeropuerto de la capital comunitaria hasta las 21:25 horas.

La Comisión Europea intentaba que la multa a Google tuviera el perfil político más bajo posible. Y eso explica la decisión de que no hubiera rueda de prensa de una vicepresidenta ejecutiva que en las últimas semanas ha dado su opinión sobre varios asuntos sensibles. En una entrevista con el Financial Times la española sugirió que el acuerdo con EEUU podía derrumbarse si la administración Trump insistía en atacar la ley de mercados digitales (DMA) y la ley de servicios digitales (DSA), dos normas europeas para regular a los gigantes tecnológicos.

Fantasmas de la Comisión pasada

La española está viviendo en sus carnes lo que todo el mundo en la ciudad ya sabe desde hace años: Von der Leyen no permite las críticas internas, mantiene un control férreo sobre los procesos dentro de la institución, tiene una visión muy presidencialista del Ejecutivo comunitario y, en general, no lleva bien que haya versos sueltos dentro de la Comisión. Ribera lo ha comprobado ya. Recientemente ha calificado de «genocidio» la operación del Ejército israelí en Gaza, pero lo ha hecho en un discurso ante la Sciences Po en París, no en Bruselas ni en ningún evento central de la Comisión.

El Ejecutivo comunitario ha desautorizado a la española. «No corresponde a la Comisión juzgar esta cuestión y definición, sino a los tribunales», explicó la portavoz principal de la institución, Paula Pinho. «Y no ha habido ninguna decisión del Colegio sobre este tema en particular. Eso es lo que puedo decir», añadió. Ribera ha estado en el pequeñísimo grupo de miembros del colegio de comisarios que han mostrado su apoyo a los miles de empleados del Ejecutivo comunitario que están pidiendo a la institución que haga más para tomar medidas contra Israel por sus acciones en Gaza.

A Ribera le está pasando lo que ya le ocurrió a otros comisarios en el primer mandato de Von der Leyen. Aquellos que se mostraron críticos con decisiones de la alemana a nivel interno, como fueron el italiano Paolo Gentiloni, comisario de Asuntos Económicos, el español Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, o, en menor medida, la danesa Margrethe Vestager, vicepresidenta a cargo de Competencia, fueron apartados. Ninguno de ellos ha repetido en esta legislatura.

Tampoco lo ha hecho el más crítico a nivel interno y externo con Von der Leyen dentro de su primer colegio de comisarios, el francés Thierry Breton, que estaba al frente de Industria y Mercado Interior. Y no repitió porque la alemana prometió al presidente francés Emmanuel Macron un mejor puesto en la actual Comisión Europea si no le volvía a enviar a Breton como comisario para este segundo mandato.

La situación de Ribera es muy delicada. Es el único peso pesado de los socialdemócratas dentro de un colegio de comisarios muy dominado por el PPE, y tiene como función política también aprovechar esa importancia para intentar equilibrar la agenda. Su trabajo consiste en gran medida en hacer control de daños en distintos ámbitos, especialmente, y teniendo en cuenta sus prioridades, en el repliegue de la agenda climática. De alguna manera, se espera en Bruselas que ejerza de ‘contrapeso’.

Pero esa idea es contraria a la forma de entender la Comisión por parte de Von der Leyen y su equipo, que la ven como una institución muy vertical, presidencialista, donde no hay demasiado debate interno. De hecho, el diseño del actual colegio de comisarios está pensado para evitar que nadie por debajo de la alemana acumule poder. Tampoco Ribera, a la que se le nombró como ‘número 2’ en la estructura interna del colegio, pero que a efectos prácticos está muy limitada por la oficina de la presidenta.


Fuente: Ribera sufre la ‘censura’ política de Von der Leyen: ni versos sueltos ni contrapesos internos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *