Europa debe adaptarse al envejecimiento de su población activa
A medida que disminuyen las tasas de natalidad y envejece la población del continente, los responsables políticos se enfrentan a la urgente tarea de retener a los trabajadores con experiencia y adaptar los lugares de trabajo para satisfacer las necesidades de una población más envejecida.
Europa se enfrenta a una importante transformación demográfica. La población está envejeciendo y el descenso natural solo se compensa en parte con la migración neta. Este cambio está ejerciendo presión sobre los mercados laborales, amenazando con la escasez de mano de obra y poniendo a prueba los sistemas de pensiones a medida que se jubila la generación del baby boom. Conscientes de ello, los responsables políticos europeos se han centrado cada vez más en los últimos veinte años en fomentar la prolongación de la vida laboral. Esto se ajusta a los principios de la UE, que abogan por entornos de trabajo adaptables y la equidad intergeneracional. Entre las medidas adoptadas figuran cambios en los sistemas de pensiones, como el aumento de la edad legal de jubilación en la mayoría de los Estados miembros y la limitación del acceso a la jubilación anticipada. El aumento de la edad de jubilación ha resultado a menudo una medida políticamente controvertida.
Sin embargo, prolongar la vida laboral es más complejo que introducir cambios legales. Requiere un enfoque global que aborde las actitudes, las prácticas en el lugar de trabajo y la calidad del empleo para las personas mayores. Un análisis reciente de Eurofound subraya esta complejidad, examinando las tendencias del empleo, las disparidades en la calidad del empleo y las variaciones entre los trabajadores de más edad. El objetivo fundamental es identificar estrategias eficaces para mantener a las personas mayores activas, explorando los factores que lo permiten y lo motivan, así como el papel que pueden desempeñar las partes interesadas en el fomento de entornos adecuados a la edad.
Se han logrado avances significativos. El número de trabajadores de 55 años o más activos en el mercado laboral ha aumentado de forma constante, pasando de 24 millones en 2010 a más de 40 millones en 2024. La tasa de empleo de este grupo aumentó en más de 20 puntos porcentuales entre 2010 y 2024, impulsada por las reformas de las pensiones, el aumento de la esperanza de vida y la mejora de la salud.
A pesar de ello, persisten los retos. Los trabajadores de más edad se enfrentan a un mayor riesgo de desempleo de larga duración, con una tasa 13,5 puntos porcentuales superior a la de los trabajadores en la mitad de su carrera profesional. Una vez desempleados, tardan más en encontrar un nuevo puesto de trabajo, lo que pone de relieve las posibles rigideces y sesgos del mercado laboral. La proporción de trabajadores de más edad que permanecieron en la misma empresa aumentó del 44 % en 2010 al 57 % en 2022, lo que refleja las reformas de las pensiones y la mayor rigidez de los mercados laborales. No obstante, siguen existiendo importantes disparidades de género en materia de permanencia en el empleo, especialmente en algunos Estados miembros del este de la UE y en Austria.
Abordar la calidad del empleo y las barreras en el lugar de trabajo
Los análisis sugieren que, en promedio, los indicadores de calidad del empleo pueden parecer mejores para los trabajadores de más edad. Esto puede deberse en parte al «efecto del trabajador sano», por el cual las personas con empleos de menor calidad pueden abandonar antes el mercado laboral. Sin embargo, las cifras agregadas ocultan importantes desigualdades. El examen de los perfiles de calidad del empleo de los trabajadores de más edad revela que, si bien un tercio tiene «empleos empoderados» de buena calidad, una quinta parte se encuentra en puestos «de alto riesgo» asociados a un bajo bienestar mental, a la inseguridad financiera y a un desequilibrio entre la vida laboral y la vida privada.
La mala salud es un factor de riesgo importante para la salida anticipada del mercado laboral, ya que la mala salud aumenta la probabilidad de abandonar el mercado a través de la pensión por discapacidad, el desempleo o la jubilación anticipada. Las desigualdades de género de larga data también contribuyen a condiciones desfavorables, como las diferencias salariales, la inseguridad laboral y los problemas de salud mental, cuyos efectos perjudiciales pueden agravarse a lo largo de la carrera profesional de las mujeres, lo que repercute en el empleo de las mujeres mayores.
La motivación para permanecer en el empleo difiere de la motivación en el trabajo. Los trabajadores mayores que están muy motivados en su trabajo pueden no estar motivados para continuar hasta la edad de jubilación o más allá de ella. Esto puede estar influido por factores como la autodeterminación, las actitudes hacia la jubilación anticipada y las preferencias culturales. La discriminación por motivos de edad y la discriminación generalizada siguen siendo obstáculos. A pesar de la legislación, muchos trabajadores mayores se enfrentan a un trato injusto en la contratación, la promoción y el despido.
Más allá del lugar de trabajo, es fundamental la disponibilidad de modalidades de trabajo flexibles, servicios de atención adecuados y apoyo social. Muchos trabajadores, en particular las mujeres, abandonan prematuramente el mercado laboral para cuidar de familiares, especialmente cuando las modalidades de trabajo son inflexibles y las infraestructuras de atención son insuficientes. Por lo tanto, ampliar el acceso a servicios sanitarios y de atención de calidad es una política fundamental para el mercado laboral.
Respuestas políticas y orientaciones futuras
Reconociendo estos retos, los Estados miembros están aplicando medidas para incentivar la prolongación de la vida laboral, como la concesión de prestaciones de jubilación adicionales por trabajar más allá de la edad legal de jubilación. También existe una tendencia creciente hacia opciones de jubilación flexibles, incluidos los planes de jubilación gradual, que contribuyen a retener a los trabajadores que, de otro modo, podrían abandonar por completo el mercado laboral.
Las prácticas sostenibles en el lugar de trabajo son fundamentales para retener a los empleados de más edad. Los esfuerzos deben abarcar la formación en competencias digitales, la adopción de modalidades de trabajo flexibles, como el trabajo híbrido y el teletrabajo, la adaptación de las prácticas de recursos humanos para que sean inclusivas con la edad y la garantía de lugares de trabajo saludables mediante sólidas prácticas de seguridad y salud en el trabajo. Los convenios colectivos desempeñan un papel importante, a menudo centrándose en planes de retención, como la reducción del tiempo de trabajo y la jubilación gradual, aunque la respuesta al cambio demográfico aún no es una preocupación prioritaria en todos los ámbitos.
De cara al futuro, las políticas deben ser multifacéticas y aplicarse con rigor. Los sistemas de incentivos públicos deben recompensar la jubilación tardía y el compromiso. Al tiempo que se desalienta la salida anticipada, los responsables políticos deben tener en cuenta las necesidades de los trabajadores que desempeñan profesiones arduas o que tienen carreras largas. Es esencial dar prioridad al apoyo para prevenir el desempleo de larga duración de los trabajadores de más edad, lo que incluye invertir en reciclaje profesional y fomentar la reasignación dentro de las organizaciones. Es imprescindible mejorar el acceso y la calidad de los servicios sanitarios y asistenciales, especialmente cuando los cuidados informales impulsan la salida anticipada del mercado laboral. Es fundamental que la gestión de la discriminación por motivos de edad en el lugar de trabajo requiera un esfuerzo proactivo por parte de las organizaciones para crear culturas inclusivas con la edad y combatir la discriminación.
Por último, es fundamental integrar las preocupaciones y necesidades de los trabajadores de más edad en la negociación colectiva y el diálogo social. La acción conjunta en cuestiones como los fondos demográficos (gestionados conjuntamente por los sindicatos y los empleadores, que ofrecen una solución proactiva a los retos del envejecimiento de la población activa mediante el apoyo a los trabajadores de más edad, la ayuda a las empresas para cubrir las vacantes y la mejora del diálogo social), la flexibilidad laboral, la formación adecuada a la edad y la transición a la jubilación puede conducir a resultados más equitativos para la población activa envejecida de Europa. El reto es claro; el camino a seguir requiere un esfuerzo concertado de toda la sociedad.