Cómo debe afrontar la UE la crisis de la vivienda
La UE cuenta con su primer Comisario de Vivienda, Dan Jørgensen, pero su misión sólo tendrá éxito si la UE logra un planteamiento conjunto y la colaboración entre las partes pertinentes de la Comisión.
La vivienda es el mayor gasto de los hogares en toda la UE, y el problema se ha agravado en los últimos años. Desde 2010, los precios de la vivienda en la UE han aumentado un 47% y los alquileres un 18%, por encima de la inflación. Los elevados costes de construcción, el aumento de los tipos hipotecarios y la disminución de las actividades de construcción han tensado la oferta. Al mismo tiempo, el aumento de los alquileres a corto plazo y las compras de propiedades impulsadas por la inversión inflan los precios, especialmente en las ciudades. La carga recae de forma desproporcionada en los hogares con bajos ingresos, los residentes urbanos y los jóvenes. En Finlandia, España y Suecia, por ejemplo, los inquilinos con rentas bajas gastan más del 40% de su renta disponible en vivienda, y los europeos del sur abandonan el hogar paterno pasados los 30 años. Hoy en día, la vivienda funciona como un impuesto regresivo sobre los jóvenes y los pobres, que pagan a propietarios mayores y más ricos por un lugar donde vivir.
Se ha convertido en un tema central del discurso político en varios países europeos, y ha ocupado un lugar destacado en las recientes elecciones europeas. Los partidos mayoritarios son los más afectados. Los partidos de izquierdas son los más afectados, pues se enfrentan a críticas por promesas incumplidas en materia de vivienda, pero los partidos de centro y derecha también se ven presionados para ofrecer soluciones. Sin embargo, a pesar de la atención política, el problema de la vivienda sigue empeorando, y las intervenciones gubernamentales en toda Europa no han logrado hasta ahora frenar esta tendencia.
Este fracaso es profundamente preocupante y tiene dos importantes consecuencias políticas. En primer lugar, las soluciones propuestas por los partidos muestran una división izquierda-derecha que impide encontrar un terreno común. Mientras que los partidos de centro-izquierda han abordado tradicionalmente el problema de la vivienda desde la óptica de la desigualdad y las políticas sociales, los partidos de derecha radical han empezado a explotar la cuestión y a utilizar las políticas migratorias para abordar la crisis de la vivienda. En segundo lugar, el descontento empuja a la gente hacia medidas de acción directa como protestas y huelgas de alquiler, como ejemplifican las recientes manifestaciones del Sindicato de Inquilinos de Madrid. Esto aumentará el malestar social y creará un clima favorable a los partidos extremistas.
Cómo afecta la crisis de la vivienda a las prioridades de la Comisión
La vivienda afecta significativamente a muchas de las prioridades de la nueva Comisión. Más allá de sus efectos sobre el bienestar de millones de europeos, la crisis de la vivienda también afecta a la transición energética de la UE, dado que los edificios son responsables del 40% del consumo energético europeo. Aunque el nuevo papel de la Comisaria de Energía y Vivienda así lo reconoce, los efectos de la vivienda sobre la prosperidad y la democracia -otras prioridades esbozadas en las cartas de misión de von der Leyen- siguen sin estar suficientemente reconocidos.
La crisis de la vivienda en la UE obstaculiza la competitividad y el crecimiento económico, ya que los elevados costes de la vivienda reducen la renta disponible y limitan el gasto en sectores de alto valor como la tecnología y las industrias ecológicas. Los jóvenes profesionales tienen dificultades para permitirse una vivienda urbana, lo que provoca escasez de talento en ciudades clave y frena el crecimiento empresarial y la innovación. La crisis de la vivienda también agrava la desigualdad económica y regional, creando divisiones económicas que socavan los objetivos de prosperidad de la UE.
La crisis de la vivienda también amenaza la prioridad de la UE por la democracia, ya que los ciudadanos vinculan fuertemente la legitimidad de los sistemas políticos con los resultados económicos que ofrecen. Las crisis económicas de las últimas décadas, agravadas por el lento crecimiento y la inflación, son una de las principales causas de la erosión de la confianza pública en la democracia en toda Europa. Muchos europeos, sobre todo los jóvenes, se están desencantando de la democracia porque consideran que no satisface sus demandas económicas. Esta desilusión puede afectar a su apoyo a la democracia e incitarles a votar a partidos extremistas.
¿Qué puede hacer la UE en materia de vivienda?
El nuevo Comisario de Vivienda representa una oportunidad para que la UE aborde los factores estructurales del problema en los Estados miembros y desbloquee la inversión pública y privada en viviendas asequibles y sostenibles, como se afirma en la carta de misión. Sin embargo, la cartera del nuevo Comisario contempla el problema de la vivienda principalmente a través del prisma de la transición justa y la lucha contra la pobreza energética. Por mucho que las condiciones ineficientes de la vivienda y los altos precios de la energía sean factores importantes, también es necesario abordar el contexto más amplio del problema de la vivienda.
No debe subestimarse el profundo impacto de la transición demográfica en las infraestructuras y la vivienda, ni el papel que debe desempeñar el Pilar Europeo de Derechos Sociales (EPSR ) como parte del marco para garantizar el acceso a una vivienda asequible y de calidad. La inversión social a largo plazo es necesaria para proporcionar a los socios públicos y privados los incentivos adecuados para invertir en el bienestar de las personas y en la competitividad de la UE.
Además de la inversión, la UE puede tomar varias iniciativas, como dar prioridad a la asequibilidad de la vivienda en el Semestre Europeo incluyendo el principio de que las personas no deben gastar más de una determinada parte de sus ingresos en gastos de vivienda. Como parte del objetivo de la nueva Comisión de revisar las normas sobre ayudas estatales, podría eliminar la estrecha definición de grupo destinatario de la vivienda social que figura en los reglamentos sobre los SIEG, que se limita a los «ciudadanos desfavorecidos», y ampliarla para que abarque un concepto más amplio de vivienda social. La UE también debería reforzar su papel en el intercambio de buenas prácticas ampliando URBACT, una iniciativa de cooperación urbana sostenible, para incluir la asequibilidad de la vivienda.
Para lograr avances significativos en un ámbito en el que tradicionalmente la UE no tiene competencias, debería actuar con previsión y trabajar en un enfoque conjunto con los Comisarios pertinentes implicados. La falta de coordinación en las cartas ilustra que este enfoque aún no existe. Un ejemplo de ello es la carta de misión de la Comisaria electa Suica, que no enlaza con el Plan de Vivienda Asequible a pesar de reconocer el vínculo entre la transición demográfica y la vivienda en su actual cargo.
La atención que se presta actualmente a la competitividad y la productividad tras la publicación de los informes Letta y Draghi debe ir acompañada de inversiones a largo plazo en el sector de la vivienda, lo que en última instancia aumentará la confianza de los ciudadanos en las democracias. Sólo reconociendo la crisis de la vivienda como un problema polifacético conseguirá la Comisión demostrar el valor añadido de la UE en este ámbito.
Fuente: https://www.socialeurope.eu/how-the-eu-should-tackle-the-housing-crisis