Cerrar la brecha: el continuo aumento del salario mínimo en Europa Central y Oriental

Los salarios mínimos en Europa Central y Oriental siguen aumentando, reduciendo la brecha con los niveles de Europa Occidental.


Los salarios mínimos en toda la Unión Europea han experimentado un fuerte aumento, especialmente en los países del centro y el este del bloque, reduciendo así la enorme brecha salarial que antes parecía inmutable. El aumento de los salarios mínimos se ha convertido en una política generalizada, lo que ha elevado los salarios mínimos a un ritmo a menudo superior al de los ingresos medios o medianos. La necesidad de alcanzar salarios mínimos adecuados se reconoce en todo el bloque, incluso a través de una nueva directiva de la UE, que impulsa la armonización de la fijación de los salarios nacionales.

Entre los 22 Estados miembros de la UE que cuentan con un salario mínimo nacional (algunos se basan exclusivamente en la negociación colectiva), la historia del último cuarto de siglo ha sido de una notable convergencia. Si retrocedemos a 2000, el salario mínimo de Luxemburgo era 47 veces superior al de Rumanía. En 2025, la diferencia entre el más alto (todavía Luxemburgo, con alrededor de 2638 euros al mes) y el más bajo (Bulgaria, que ronda los 551 euros) se ha reducido a menos de cinco veces.

A principios de siglo, los salarios mínimos en muchos países de Europa Central y Oriental eran inferiores a 100 euros al mes. En la actualidad, los salarios nominales en lugares como Polonia y Lituania han superado a los de países del sur como Portugal y Grecia. No se trata solo de una cuestión de tipos de cambio o niveles de precios. Medida en estándares de poder adquisitivo (EPA), que tienen en cuenta las diferencias en el coste de la vida, la relación entre el salario mínimo más alto y el más bajo se ha reducido drásticamente, pasando de más de 20:1 en 2000 a una cifra mucho más modesta de 2:1 en 2025. Se ha producido una auténtica convergencia.

Convergencia y mapa actual

A pesar de esta convergencia, sigue existiendo un claro mapa de salarios mínimos en Europa. Las tasas más altas se concentran en seis economías occidentales. Un nivel intermedio incluye principalmente países mediterráneos como España, Portugal, Grecia, Malta, Eslovenia, Croacia y Chipre. El grupo más bajo está formado únicamente por los países que se incorporaron después de 2004, en Europa Central y Oriental. Estas diferencias persistentes, que reflejan disparidades salariales más amplias, siguen siendo un motor clave que impulsa a los trabajadores del este y del sur hacia mejores perspectivas en el oeste y el norte.

Si se analizan las medidas recientes, entre enero de 2024 y enero de 2025 se registraron los mayores aumentos nominales en los países donde los salarios eran más bajos. Rumanía registró un aumento de casi el 23 %, mientras que Estonia experimentó un aumento más modesto, del 8 %. Los Estados miembros más antiguos aplicaron, en general, ajustes más cautelosos. Es fundamental señalar que, gracias a la ligera disminución de la inflación, los trabajadores con salarios mínimos disfrutaron en la mayoría de los países de un aumento en términos reales, lo que les permitió estirar un poco más su presupuesto.

El impulso de la Directiva y cuestiones para el futuro

Entra en escena la nueva Directiva sobre el salario mínimo de la UE. Su aplicación nacional está prevista para noviembre de 2024 y su objetivo es garantizar que los salarios mínimos legales sean «adecuados». Si bien los gobiernos conservan la última palabra sobre las cifras, la Directiva insiste en la necesidad de contar con marcos sólidos: actualizaciones frecuentes, criterios claros para fijar los salarios y una participación adecuada de los órganos consultivos y los interlocutores sociales.

Quizás lo más influyente es que impulsa a los países a utilizar «valores de referencia indicativos» para evaluar la adecuación, por ejemplo, el 60 % del salario medio bruto o el 50 % del salario medio bruto. Como era de esperar, cada vez son más los gobiernos que se basan en estos valores, en particular en las proporciones de los salarios medios, a la hora de calibrar sus aumentos anuales. Los salarios mínimos ya estaban superando el crecimiento del salario medio/mediano en muchos lugares; la directiva parece destinada a consolidar esta tendencia, ya que los países se esfuerzan por alcanzar estos puntos de referencia relativos.

Este enfoque aborda uno de los pilares de la «adecuación»: garantizar que el salario mínimo sea justo en relación con otros ingresos. Sin embargo, el segundo pilar, es decir, si garantiza un nivel de vida adecuado, sigue siendo algo inestable. Abordar esta cuestión va más allá de los salarios mínimos y abarca el panorama económico más amplio: el coste de la vida local, la composición de los hogares, los ingresos de otros miembros de la familia y la presión fiscal o el colchón de las prestaciones sociales. La mayoría de los Estados miembros de la UE no han evaluado suficientemente esta dimensión crucial. Eslovenia es la rara excepción, ya que vincula los ajustes de su salario mínimo a las variaciones del coste de una cesta de productos definida.

La transposición de la directiva ha sido a menudo menos una gran reforma y más un pequeño ajuste. Cuando se han producido cambios, estos suelen consistir simplemente en copiar y pegar el texto de la directiva en la legislación nacional vigente o en asignar las nuevas funciones consultivas a instituciones ya conocidas.

Habrá que estar atentos al efecto práctico de estos cambios «sobre el papel». ¿Alcanzar los valores de referencia seleccionados significará que el crecimiento del salario mínimo se ralentizará en el futuro para limitarse a seguir el ritmo del salario medio o mediano? ¿Empezarán a subir los propios objetivos? ¿O los países optarán con el tiempo por nuevos enfoques de los valores de referencia que también aborden la segunda pata del trípode de la adecuación? A esto se suma la incertidumbre de una sentencia pendiente del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Dinamarca, que defiende la negociación colectiva frente a los mínimos legales, ha impugnado la legalidad de la directiva. La decisión, prevista para 2025, podría alterar el enfoque de la UE, en un momento en que la competitividad económica domina cada vez más la agenda de Bruselas. El camino para el salario mínimo europeo aún se está allanando, y no sin posibles obstáculos por delante.


Fuente: Closing the Chasm: Central and Eastern Europe’s Continued Minimum Wage Climb

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