Renovación en el CESE: un nuevo ciclo para la voz de las personas trabajadoras

La salida de Oliver Röpke, como presidente del CESE, y la reelección de Lucie Studničná, como presidenta del Grupo de los Trabajadores, marcan un momento decisivo para el Comité Económico y Social Europeo en un contexto de fragilidad institucional, auge de la extrema derecha y amenazas al modelo social europeo.


El fin del mandato de Oliver Röpke como presidente del Comité Económico y Social Europeo (CESE) no es solo un relevo institucional: simboliza el cierre de una etapa y la apertura de un tiempo político lleno de incertidumbres. Con la reelección de Lucie Studničná, que continuará representando al Grupo de los Trabajadores —cuya composición depende de las designaciones realizadas en cada país, pero cuyas responsabilidades internas, incluida la presidencia, se eligen mediante votación entre sus miembros— se abre una nueva fase en la que el sindicalismo europeo deberá jugar un papel clave.

El CESE, órgano consultivo que reúne a trabajadores, empleadores y sociedad civil, se renueva cada cinco años, con una rotación de presidencias cada dos años y medio entre sus grupos. Este sistema garantiza equilibrio, pero también refleja la necesidad de mantener viva la pluralidad dentro del proyecto europeo.

Durante su presidencia, Röpke impulsó iniciativas que pusieron a las personas en el centro: desde el Youth Test, que dio voz a la juventud, hasta el EU Blue Deal, que situó la seguridad hídrica como prioridad estratégica. En el acto de clausura, celebrado en el Parlamento Europeo, Mari Carmen Barrera, Secretaria de Políticas Europeas de UGT, recordó que la ampliación es la razón de ser de Europa y advirtió que la cohesión solo será real si se cumple el principio de “no dejar a nadie atrás”.

Pero este relevo se produce en un escenario complejo. Las sucesivas mociones de censura a Ursula von der Leyen —una ya se ha producido y existen otras dos registradas que se votarán próximamente— ponen en evidencia la fragilidad de la Comisión, mientras el avance de la extrema derecha amenaza con recortar derechos, debilitar el Estado de derecho y relegar el presupuesto social y las políticas de cohesión que sostienen la igualdad en Europa.

La pregunta de fondo es clara: ¿qué Europa queremos construir? Una Europa reducida a un mercado, o una Europa social que defienda el trabajo digno, la vivienda asequible, la transición justa y la protección de todas las personas ante los cambios del mercado laboral.

Desde UGT reafirmamos nuestro compromiso de seguir impulsando una Europa más social, inclusiva y cohesionada. La renovación en el CESE debe ser la oportunidad para fortalecer el modelo europeo de derechos y solidaridad. Porque lo que está en juego no son solo cargos, sino el futuro mismo del proyecto europeo.

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