Europa, al rojo vivo en su confrontación con Rusia y en alerta ante sus incursiones aéreas en el Báltico
La UE se involucra cada vez más en la guerra de Ucrania, con nuevas sanciones a Moscú y el envío de armas de EEUU a Kiev. Rusia responde con más incursiones en los cielos de la OTAN.
El empeño de los países europeos en la guerra de Ucrania se ha disparado tras las incursiones de drones rusos en Polonia y la entrada de cazas enviados por el Kremlin en Estonia. Bruselas quiere mostrar firmeza ante Moscú y dar garantías firmes de seguridad a Ucrania, a la par que impulsa los envíos a Kiev de armas compradas a Estados Unidos y se prepara para aprobar un nuevo paquete de sanciones centradas en el sistema bancario y las plataformas de criptomonedas de Moscú.
En el este de Europa, desde las repúblicas bálticas a Rumanía, pasando por Polonia, la tensión es muy alta y la OTAN ha acelerado la disposición de sus sistemas de alarma aérea. La irrupción de tres aviones de combate MIG-31 de Rusia en el espacio aéreo estonio el pasado viernes durante doce minutos, la presencia de más drones del Kremlin en los bordes con Polonia, tras la incursión de casi una veintena de ellos el 9 de septiembre y después otro más en Rumanía, han puesto la frontera de la Federación Rusa con la Unión Europea al rojo vivo.
La alta representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Kaja Kallas, habló hace unos días de una «provocación extremadamente peligrosa», pero en el Kremlin subrayan que son los países europeos los que están dando pasos muy comprometidos hacia la confrontación con Rusia, intentando arrastrar a Estados Unidos a ese enfrentamiento.
El Kremlin acusa a la UE de tratar de aumentar la creciente brecha entre Rusia y Estados Unidos en un momento en el que las negociaciones impulsadas por el presidente Donald Trump para intentar parar la guerra de Ucrania están congeladas.
Zelenski hablará con Trump de las garantías para Ucrania
Esta semana entrante, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, viaja a Estados Unidos para participar en la Asamblea General de la ONU. Zelenski aprovechará para reunirse con Trump y presentarle el paquete de garantías de seguridad que sus aliados europeos ya han pergeñado para Ucrania de cara a unas eventuales conversaciones de paz con Rusia.
El primer ministro británico, Keir Starmer, ya le presentó hace unos días a Trump en Londres los avances de los veintiséis países aliados de Ucrania que a principios de septiembre se comprometieron a aportar a Kiev garantías de seguridad de cara a la firma de un eventual armisticio, un horizonte que, por ahora, parece muy lejano. Según Zelenski, el acuerdo para dotar a Ucrania de esas garantías, que compromete sobre todo a sus aliados europeos, está ya cerca, pero es imprescindible la implicación estadounidense.
Trump ya ha señalado que Washington no despachará tropas a Ucrania tras la firma de un alto el fuego, como quieren un grupo de países europeos liderados por Francia y que ya han recibido una seria advertencia por parte de Rusia para que ese despliegue no se produzca jamás.
Zelenski sabe que tiene una labor muy complicada en Nueva York en las reuniones que celebre en el marco de la Asamblea General de la ONU. Es su reunión con Trump la que genera más expectativas, tras el creciente alejamiento de la Casa Blanca del Kremlin, al que Washington acusa ya directamente de no dar un solo paso hacia el fin de las hostilidades y al que amenaza con sanciones, así como a los países que le compran aún hidrocarburos a Moscú.
«Ahora esperamos también medidas contundentes de Estados Unidos, Europa está haciendo su parte», afirmó Zelenski este sábado.
Nuevas sanciones europeas
El presidente ucraniano subrayó la importancia de las nuevas sanciones a Rusia propuestas esta semana por la Comisión Europea, especialmente las que van dirigidas contra las infraestructuras y el transporte de crudo y gas que realiza la llamada «flota en la sombra» rusa con destino a países que adquieren estos suministros energéticos.
La nueva ronda de sanciones orientadas a debilitar la economía de guerra rusa contemplan más presiones sobre los bancos rusos y de las exrepúblicas soviéticas de Asia Central que trabajan con aquellos, contra esa flota de 118 barcos y sobre las plataformas de criptomonedas que Rusia emplea para lavar transacciones internacionales de dinero. Asimismo, la UE quiere que, para enero de 2028, ningún país de la Unión esté aun adquiriendo gas ruso. Hungría y Eslovaquia son los Estados europeos que aún dependen de Rusia para completar sus suministros internacionales de gas y petróleo, y han originado más de una disputa con Bruselas para defender su necesidad de estos hidrocarburos comprados a Moscú.
Las armas estadounidenses vuelven a llegar a Ucrania
También en el ámbito militar se produjo hace unos días un incremento de la implicación europea en la guerra. La Casa Blanca aprobó en los últimos días los primeros paquetes de ayuda armamentística destinada a Ucrania, tras el parón que estos suministros sufrieron desde que llegó Trump al poder. Ese armamento será comprado y financiado por sus aliados europeos.
Estas armas estadounidenses compradas con dinero europeo siguen un nuevo mecanismo de adquisición que utiliza fondos de los países de la OTAN. La Secretaría de Defensa de EEUU ha aprobado de momento dos envíos de armamentos cifrados en 500 millones de dólares en virtud de la aplicación de la llamada Lista de Requisitos Prioritarios de Ucrania (PURL, según sus siglas en inglés).
La intención de Kiev es que sus aliados europeos puedan destinar hasta octubre al menos otros 1.500 millones de dólares más, cerca de 1.265 millones de euros, para comprar equipos militares estadounidenses como los sistemas antimisiles Patriot. Estas baterías de misiles son cada vez más requeridas en el campo de batalla y constituyen una de las más imperiosas necesidades de la defensa aérea ucraniana de cara al invierno, cuando se disparan los ataques rusos al sistema energético de Ucrania.
Kiev demanda al menos diez nuevas unidades del sistema Patriot para asegurar una defensa mínima los próximos meses. También se espera la compra de munición para los lanzacohetes móviles HIMARS, un tipo de armamento que ha mostrado su eficacia en el frente de batalla.
Ese dinero se sumaría a los 1.687 millones de euros que Zelenski ya tiene comprometidos por parte de Países Bajos, Bélgica, Dinamarca, Noruega, Suecia, Letonia y Canadá también para comprar armas estadounidenses que sean despachadas inmediatamente a Ucrania. Aquí ya empezó a llegar parte de esos montos de armas y se espera que su efecto se pueda sentir a la hora de frenar los avances rusos en Zaporiyia, Donetsk, Sumi y Járkov.
Tras las ofensivas parciales rusas de este verano, el ejército ucraniano se ha topado con importantes hándicaps para cubrir su defensa aérea, tanto en la línea del frente como en torno a las ciudades más importantes. La desmoralización en la población que han producido las oleadas de hasta 800 drones y decenas de misiles en un solo día es una de las cuestiones que Zelenski quiere plantear a sus aliados durante las jornadas que pase en Nueva York.
La orden de Trump de parar el suministro «gratis» a Ucrania de armamento estadounidense movilizó la diplomacia de Kiev a fin de conseguir nuevas líneas de donaciones y financiación europeas para comprar las armas de EEUU o para que los propios países europeos hagan ellos mismos las compras y las envíen al país en guerra.
Ucrania ha aprovechado la coyuntura de máxima alarma en Europa provocada por las últimas incursiones rusas con drones en Polonia y Rumanía para pedir más fondos que permitan acelerar la fabricación de este tipo de armamento en las fábricas de armamento ucranianas. El ejército de Kiev está asestando muchos golpes eficaces en la propia Federación Rusa sobre refinerías y depósitos de combustible que podrían estar ya afectando al consumo interno de gasoil y gasolina.
El Kremlin acusa a Europa de predisponer a Trump contra Rusia
Aunque Rusia insiste en no reconocer sus propias incursiones en territorio OTAN con sus drones y aviones, sí ha mostrado su rechazo a la mayor intervención europea en la guerra de Ucrania. Así, esta semana el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, acusó a Bruselas de intentar transformar la guerra de Ucrania «en la guerra de Trump» y conseguir que el mandatario estadounidense «cese en sus esfuerzos de mediación y regrese a la confrontación con Rusia».
Según Lavrov, «Europa intenta claramente y de manera muy grosera conquistar un lugar en la mesa de negociaciones, aunque desde la postura que profesa, es decir, el revanchismo y la intención de producir Rusia una derrota estratégica». El ministro ruso dejó claro que los europeos, en la mesa de negociaciones, «no tienen nada que hacer».
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, se refirió por su parte al 19 paquete de sanciones propuesto por la Comisión Europea y resaltó que esta nueva presión tendrá tanto éxito como los 18 aplicados anteriormente en los tres años y medio de guerra.
Aunque Moscú denuncia la presión europea, es consciente, sin embargo, de que las relaciones con EEUU se han deteriorado desde aquellos primeros meses del mandato de Trump cuando el mandatario estadounidense estaba dando prioridad a Rusia en el conflicto. El viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, reconoció hace unos días que, pese a que Washington tiene «determinada voluntad política» para mejorar los contactos, se ha producido un estancamiento notorio en estas relaciones. El resultado es que, de momento, explicó Riabkov, Rusia no tiene intención de retirar a EEUU de su lista de países “inamistosos”.
El mensaje que le está mandando Moscú a Washington es doble: en primer lugar, si Trump quiere resultados en Ucrania tendentes a la consecución de un alto el fuego, su primer interlocutor ha de ser el presidente ruso, Vladímir Putin. En segundo lugar, los tiempos para esta «normalización» de relaciones los va a marcar el Kremlin y sus propios intereses cumplidos en Ucrania.