Iratxe García, jefa de los socialistas en la UE: «Es irreal que el mayor peligro de Europa sea la inmigración»
La Unión Europea (UE) se encuentra en un momento crucial en varios campos: migraciones, relaciones entre las distintas familias políticas, el avance de la extrema derecha o el momento que atraviesa el feminismo. Iratxe García (Baracaldo, 1974) es la presidenta de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, es decir, la jefa de los socialistas en Europa. Público la entrevista en su despacho de Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, y le pregunta por todas esas cuestiones, además de algunas otras de perfil nacional o, incluso, del otro lado del Atlántico.
Los socialistas llevan dos legislaturas apoyando al Partido Popular Europeo para presidir la Comisión. En cambio, a nivel nacional parece imposible alcanzar algún tipo de pacto de ese calibre con el PP de Feijóo. ¿Por qué? ¿Qué diferencias advierten entre ambos?
La política europea siempre se ha construido a base de acuerdos entre las grandes familias políticas. Ahora hablamos de la presidenta Von der Leyen, pero a lo largo de las décadas del proyecto de Europa siempre ha habido presidentes de Comisión Europea populares o socialdemócratas con coaliciones y acuerdos entre distintas fuerzas políticas. Esa es la diferencia con lo que puede ser la política nacional.
Vamos a dar un dato. En estos momentos, la suma de socialistas, populares y liberales roza el 50% en este parlamento. Es decir, las mayorías son muy complejas. Si no es a través del acuerdo, es imposible avanzar en política europea.
Pero esa complejidad aritmética es extrapolable a España. ¿Por qué no lo es extrapolable el clima de acuerdo?
Hombre, en España también es necesaria la política de acuerdos. El Partido Socialista ha sido la formación que, por primera vez, ha impulsado un gobierno que no es monocolor. Eso significa que entendemos los cambios electorales y que necesitamos avanzar a través de las negociaciones y los encuentros.
Evidentemente, el Partido Popular, en España, tiene una posición muy clara en este sentido y ha preferido aliarse con la extrema derecha, que entender que es necesario avanzar en otro tipo de acuerdos.
Cuando se confirmó que Von der Leyen repetiría como presidenta de la Comisión Europea dijo que no aceptaría «a extremistas ni a demagogos». En los últimos días hemos sabido la política de centros de deportación en países de terceros que defiende, en consonancia (y habiéndose reunido) con la ultraderechista Giorgia Meloni. ¿Le parece que Von der Leyen está faltando a su compromiso de no dejarse arrastrar por esas posturas extremas?
Creemos que es un error y así se lo hemos hecho saber. Yo he dejado muy claro que la señora Von der Leyen no puede contar con el grupo socialista si se acerca a una línea de estrategia entre la derecha y la extrema derecha. Por lo tanto, es una advertencia clara y una posición firme de que el Grupo de los Socialistas y Demócratas no va a permitir la deriva de alianzas con la extrema derecha.
¿Cuál es la posición de los socialistas en cuanto a esos centros?
Contraria. Para nosotros, la externalización de los servicios, también en materia de inmigración, es totalmente inaceptable. Tenemos que abordar la política migratoria desde una perspectiva humanista e integral. Hay que ver, eso sí, de qué manera trabajamos para evitar la proliferación de las mafias y también somos conscientes de que hay unos mecanismos de verificación de refugiados y de asilo que tenemos que hacer como Europa, pero lo tenemos que hacer respetando los derechos humanos y el derecho internacional.
Es algo que no solo decimos los socialistas. La propia Corte de Justicia en Roma lo ha dejado muy claro y nosotros estamos totalmente alineados con esa posición.
Hablaba antes de Meloni. ¿Usted cree que los partidos de centroizquierda e izquierda deberían ser más claros en sus posturas en cuanto a la inmigración? Da la sensación de que son la derecha y la extrema derecha las que sitúan el marco del debate.
La extrema derecha y la derecha tienen una estrategia muy clara: generar una realidad paralela y distorsionada con respecto a la inmigración. Trasladan la idea de que en estos momentos el mayor peligro de Europa es la inmigración y de que hay una invasión. Es totalmente irreal. Es una mentira. Y yo creo que la mentira se tiene que confrontar con datos, con argumentos. Hay algunos evidentes: el último año ha descendido un 42% el número de inmigrantes ilegales que llegan a Europa. Europa, a su vez, es un continente envejecido. Necesitamos abordar un reto demográfico, en estos momentos, que tiene que ver también con la necesidad de incorporar en el mercado laboral a personas que vienen dispuestas a trabajar.
Por poner un ejemplo, más de un 50% de los trabajadores y trabajadoras del sector de la agricultura, hostelería o construcción son personas inmigrantes. Por lo tanto, es una clara señal de que el reto de la inmigración se tiene que abordar desde esa mirada humanista, por un lado, pero también práctica y real que tiene una Europa que envejece y que necesita poder incorporar en su mercado laboral a gente que viene de fuera.
En ese sentido, tendremos que ver cómo fortalecemos los acuerdos de cooperación con estos países terceros para establecer vías legales de personas que vengan a Europa para hacer las contrataciones. El discurso de la extrema derecha hay que rebatirlo con datos, con realidad y con valentía.
Le pregunto precisamente por la ultraderecha. Gobiernan o forman parte del Gobierno en Italia, Hungría, Polonia, República Checa y Finlandia. En Francia ganaron las elecciones y tienen mucha representación en España, Alemania o Bélgica. ¿A qué se debe el avance de la extrema derecha? ¿Qué ha pasado?
No hay una sola razón. Posiblemente, se han dado una serie de circunstancias que juntas han hecho que esta sea la realidad. Por un lado, al extrema derecha se alimenta de las desigualdades con un mensaje populista, lleno de falsas soluciones a problemas muy complejos. Por lo tanto, lo que debemos tener claro es que a la extrema derecha se la tiene que combatir con más políticas sociales garantizando una Europa del bienestar y de los servicios públicos; garantizando empleos, viviendas y que la ciudadanía pueda ver que hay una respuesta diferente a lo que la extrema derecha está ofreciendo.
Usted es presidenta de los socialistas europeos en el Parlamento Europeo. ¿Cree que los socialdemócratas están consiguiendo dar esas respuestas de las que habla?
En España lo hemos conseguido. Ha habido una lucha clara y evidente por conseguir un gobierno de derecha con extrema derecha y, a pesar de lo que algunos vaticinaban, conseguimos mantener una mayoría que hiciera frente a esa posibilidad. Lo hemos hecho, además, con estas políticas: demostrando a la ciudadanía que es posible crecer económicamente y rompiendo con ese mantra de que la derecha sabe gestionar lo económico y la izquierda, lo social.
Hemos demostrado, con un Gobierno progresista, que hemos sido capaces de crecer económicamente, de estar en todos los puestos de crecimiento económico del Fondo Monetario Internacional (FMI), de las instituciones europeas… Hemos demostrado que se puede hacer esa política de crecer económicamente y de redistribuir. No hay que olvidar la subida del salario mínimo, el incremento de las pensiones… Por lo tanto, hay una forma de responder a la extrema derecha.
¿Es partidaria de un cordón sanitario radical a la extrema derecha en la Eurocámara?
Estamos aplicando ese cordón sanitario a la extrema derecha. Por supuesto que sí. En el momento en el que la extrema derecha entra a tomar decisiones, lo hace con un objetivo muy claro que es destruir los valores del proyecto europeo. Nosotros no podemos ser cómplices de esa estrategia.
El 5 de noviembre son las elecciones de Estados Unidos. Existe la posibilidad de que Trump vuelva a la Casa Blanca. ¿Qué efectos podría tener para Europa?
Sería una muy mala noticia para Estados Unidos, para Europa y para el conjunto del mundo. Tenemos una situación geopolítica a nivel mundial muy complicada con tensiones muy evidentes; con los conflictos de Ucrania y Oriente Medio; con potencias como China, que están entrando en una dinámica de concentración de bloques que necesitamos romper.
La Unión Europea tiene que jugar un papel importante de cara a poder liderar una voz propia en el mundo. Sin duda alguna, una posible victoria de Trump somos conscientes de que deterioraría mucho las relaciones entre las distintas regiones.
Hemos visto, en España, una gran movilización por la vivienda. ¿Qué margen hay en la UE para legislar y contribuir para poner solución a ese problema?
El grupo socialista es el que está liderando incorporar el acceso a la vivienda asequible en Europa desde el inicio de esta legislatura. A día de hoy no existe en la Comisión Europea ningún organismo responsable de esta cuestión. Hay quien piensa o quien dice que Europa no tiene competencias. Pero desde el grupo socialista somos conscientes de que este es un desafío que se vive en el conjunto de Europa. No es una realidad exclusiva de España. No es una realidad exclusiva de Madrid, Barcelona o Valencia. Es un problema que están teniendo las familias y los jóvenes en Berlín, en Roma, en Varsovia… Por lo tanto, ante un problema y un desafío europeo, necesitamos respuestas europeas.
Por eso planteamos a la presidenta Von der Leyen que impulsara en la estructura de la nueva Comisión Europea un comisario encargado de la vivienda y lo ha puesto en marcha. Además, estamos impulsando la creación de una comisión especial de la vivienda en el Parlamento Europeo para hablar de esas fórmulas, para ver qué competencias tenemos y, si no existen competencias, que busquemos la forma de que Europa pueda ayudar.
Evidentemente, el problema de la vivienda no se va a resolver solo a nivel europeo, pero de igual manera que los gobiernos nacionales y que las comunidades autónomas tienen que hacer un esfuerzo de coordinación y de impulso, necesitamos también que Europa acompañe en esa dirección. Nosotros hablamos, por ejemplo, de la necesidad de inversión, de un instrumento para favorecer la creación de vivienda pública en Europa cuantificado en la posibilidad de que hubiera 50 mil millones de euros que se puedan distribuir entre los distintos estados miembros y comunidades autónomas para la creación de parque público de vivienda.
Yo creo que hay propuestas que podemos poner en marcha, pero, en cualquier caso, lo que necesitamos es sentarnos y abordar una realidad muy compleja, con distintas perspectivas según los países, pero común en todos ellos.
Usted fue presidenta de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de género entre 2014 y 2019. ¿Cuáles son los retos que observa en un corto o medio plazo en ese sentido?
Resistir. No permitir ni un paso atrás en materia de todas las conquistas que las generaciones de nuestras madres y nuestras abuelas han conseguido y que nosotras y nosotros seguimos impulsando.
Se ha avanzado. No lo suficiente, pero se ha avanzado mucho en estas últimas décadas. Claramente hay un objetivo de la extrema derecha de atacar los derechos fundamentales de las mujeres y volvernos a poner en un lugar oscuro de la historia. No vamos a permitir que eso ocurra. Tiene que haber una voz muy firme y clara. Pero una voz no solo de las mujeres europeas, sino de todos aquellos que consideramos que necesitamos avanzar en una Europa de la igualdad.
Tenemos que seguir avanzando en la lucha contra la violencia de género, en la eliminación de la brecha salarial o en la incorporación de las mujeres en las tomas de decisiones en todos los ámbitos. Por supuesto, también en el económico con la incorporación de las mujeres en los consejos de administración. Hay mucho trabajo por hacer, pero lo más importante es no permitir ni un paso atrás en aquellas conquistas que hemos conseguido.
Ya por último, ¿Cómo de fluido es el contacto entre usted y Pedro Sánchez?
Tenemos un presidente del Gobierno que ha demostrado a lo largo de estos años ser un gran líder no solo en España, sino en Europa. No es casualidad que hoy Pedro Sánchez sea un referente de la socialdemocracia en todos los países europeos. Sánchez cree en Europa, apuesta por ella y es muy consciente del papel que la Comisión Europea y el Parlamento juegan en este sentido y, por lo tanto, la comunicación entre la delegación socialista española y el Gobierno de España es constante.