El BCE sigue tensionando la economía y ahogando a los hogares españoles

Justo después del freno a la subida de tipos de interés que conocimos ayer por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, tras diez aumentos consecutivos en 15 meses, el Banco Central Europeo (BCE) se distancia y anuncia que sube los tipos otro cuarto de punto hasta situar el tipo general en un 4%, el más alto establecido desde la crisis financiera y acercándose peligrosamente al 4,25% presente durante el periodo previo al estallido de la de 2008.


Este anuncio, que sigue a los otros 7 anteriores con subidas constantes de tipos, supone una mala noticia para la clase trabajadora y la economía en general de nuestro país. En primer lugar, porque existe un error de concepto, y es que el excepcional periodo inflacionario que atraviesa la coyuntura actual no tiene que ver con un “sobrecalentamiento” de las economías europeas debido a una excesiva demanda. Las causas se sitúan en la oferta, y en la capacidad de muchas empresas de sectores diversos para trasladar los costes a los consumidores. En estas circunstancias, si no se establecen mecanismos de control de esa traslación de costes o expansión de márgenes, el efecto de la contracción monetaria será muy limitado. 

Así, el fundamentalismo monetario del BCE no solo no supone una respuesta eficaz a una crisis inflacionista impulsada por los beneficios empresariales, sino que está poniendo en peligro el bienestar de la ciudadanía europea, alimentando los riesgos de una nueva crisis económica y social.

A la presión inflacionaria se le suman restricciones financieras crecientes, que amenazan con estrechar aún más los ingresos reales de los hogares, muy dañados tras la Gran Recesión y la pandemia. Hasta ahora, el alza de precios había reducido de manera muy importante la capacidad de compra de los hogares con respecto a años anteriores. La respuesta de política monetaria ensayada por el BCE añade un riesgo adicional. El encarecimiento de las condiciones de financiación terminará afectando más a la actividad económica y repercutirá negativamente en la creación de empleo.

La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores rechaza, en consecuencia, el endurecimiento de la política monetaria seguida por el BCE, que no ataca las causas efectivas de la inflación, favorece un comportamiento perverso de la banca y perjudica el crecimiento económico y la calidad de vida de la mayoría de las personas.

En los beneficios extraordinarios de las grandes empresas se encuentra la verdadera causa de la actual espiral inflacionaria. No es justo, pero tampoco eficaz o eficiente, ahogar la demanda para tratar, infructuosamente, de resolver las estrecheces de oferta inducidas por el comportamiento especulativo de las grandes empresas de los sectores estratégicos. El BCE debe estar a la altura del momento actual, rectificando el rumbo de su política monetaria y empezando a trabajar de acuerdo al interés general de los trabajadores y las trabajadoras europeas.

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