La Ley Europea de Chips debe asegurar empleos de calidad en la carrera por los semiconductores

Esta ley establece un conjunto de medidas para garantizar el suministro, la resiliencia y el liderazgo tecnológico de la UE, pero no prevé los mecanismos necesarios para controlar y actuar sobre la creación de empleo de calidad.


Los semiconductores son los componentes esenciales de los productos digitales y digitalizados. Desde los teléfonos hasta los automóviles, pasando por las aplicaciones e infraestructuras críticas para la asistencia sanitaria, la energía y la automatización industrial, los semiconductores son fundamentales en la economía digital moderna.

Concretamente, la Ley Europea de Chips reforzará las actividades de fabricación en la Unión, estimulará el ecosistema europeo de diseño y apoyará la expansión y la innovación en toda la cadena de valor. Mediante esta la Ley, la Unión Europea pretende alcanzar su objetivo de duplicar su cuota de mercado actual hasta el 20 % en 2030.

En este marco de transición digital, los sindicatos debemos garantizar la sostenibilidad de la actividad industrial, tanto a nivel europeo como nacional, ya que es crucial para consolidar una economía sólida y un mercado de trabajo dinámico, resiliente e inclusivo.

Sin embargo, la nueva Ley Europea de Chips no prevé mecanismos concretos que controlen y actúen sobre la creación de empleo y su calidad en el ámbito industrial. Por ello, resulta fundamental asegurar que el dinero invertido beneficie a las personas trabajadoras y a todas las regiones, en especial a las más vulnerables.

Pilares de la nueva Ley Europea de Chips

El primer pilar, refuerza el liderazgo tecnológico de Europa a través de inversiones que apoyen actividades como la creación de líneas de producción avanzadas para acelerar la innovación, el establecimiento de centros de competencia, el desarrollo de chips cuánticos o la creación de un Fondo de Chips para facilitar el acceso a la financiación.

El segundo pilar, incentiva las inversiones públicas y privadas en instalaciones manufactureras para los fabricantes de chips y sus proveedores, creando un marco para garantizar la seguridad del suministro atrayendo inversiones y mejorando las capacidades de producción en la materia.

Mediante su tercer pilar, ha creado de un mecanismo de coordinación entre los Estados miembros y la Comisión para reforzar la colaboración, supervisar la oferta de semiconductores, calcular la demanda, adelantarse a posibles penurias y, en caso necesario, activar una fase de crisis.

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