La brecha de riqueza en Europa amenaza la cohesión social a medida que se agrava la crisis inmobiliaria

La extrema concentración de riqueza en toda la UE socava las oportunidades y la seguridad de millones de personas, mientras que la propiedad inmobiliaria se vuelve cada vez más inalcanzable.


La desigualdad de riqueza en la Unión Europea representa una amenaza creciente para la cohesión social, con profundas implicaciones para el acceso a la vivienda, las oportunidades educativas y la movilidad económica. Un reciente informe de Eurofound pone de manifiesto la verdadera magnitud de este reto, revelando disparidades que eclipsan las observadas en la distribución de los ingresos. Mientras que los economistas y los responsables políticos suelen centrarse en lo que ganan las personas, la riqueza cuenta una historia fundamentalmente diferente, que no solo refleja los ingresos actuales, sino también la seguridad, las oportunidades y la resiliencia frente a las crisis económicas del futuro.

La distribución de la riqueza trasciende la preocupación académica; determina fundamentalmente la vitalidad social y económica. Las sociedades con una riqueza muy concentrada corren el riesgo de cristalizarse en sistemas de dos niveles, en los que las minorías privilegiadas disfrutan de ventajas en materia de salud, educación e influencia política, mientras que las mayorías luchan con perspectivas cada vez más reducidas. Por lo tanto, comprender estas disparidades es esencial para construir un futuro europeo más equitativo y resiliente.

Los que tienen y los que no tienen

La brecha de riqueza en Europa revela marcadas divisiones continentales que cuestionan las suposiciones sobre la prosperidad y la igualdad. Según los últimos datos de 2021 (Figura 1), Alemania, España e Irlanda presentan la concentración de riqueza más extrema, con un índice de Gini extraordinario de 72,6 en Alemania. Por el contrario, Eslovaquia, Polonia y Chequia mantienen las distribuciones de riqueza más equitativas del continente.

Estas cifras eclipsan las medidas de desigualdad de ingresos, que suelen oscilar entre valores de Gini de 20 a 38 en todo el bloque. Esta disparidad pone de relieve una realidad crucial que a menudo se omite en el discurso público: la concentración de la riqueza supera con creces la concentración de los ingresos, lo que crea desequilibrios de poder que las estadísticas de ingresos por sí solas no pueden reflejar.

La concentración revela extremos preocupantes. En Estonia, España y Alemania, el 5 % más rico controla más del 40 % de la riqueza nacional. La mitad más pobre de Alemania posee colectivamente solo el 4 % de la riqueza total, una cifra que debería hacer reflexionar a cualquiera que se preocupe por la participación democrática y la movilidad social. Incluso Eslovaquia, la nación más igualitaria del estudio, ve cómo su mitad más pobre controla solo el 17 % de la riqueza nacional. Estas estadísticas representan más que una desigualdad abstracta; encarnan desequilibrios fundamentales en el poder económico y las oportunidades vitales.

Más allá del trío más desigual, entre los diez primeros puestos figuran predominantemente naciones de la UE-15: Francia, Austria, Países Bajos, Finlandia, Italia y Luxemburgo, con Estonia como única excepción. El resto de los diez países más igualitarios también se concentran en Europa Central y Oriental o en el Mediterráneo: Malta, Grecia, Eslovenia, Lituania, Hungría, Croacia y Chipre. Este patrón geográfico podría sugerir que hay factores históricos e institucionales que determinan la distribución de la riqueza, pero surge una paradoja. Los países caracterizados por una gran desigualdad de riqueza suelen poseer la mayor riqueza absoluta, mientras que las naciones más igualitarias tienden a tener niveles de riqueza global más bajos. Esta correlación plantea incómodas preguntas sobre si la prosperidad genera inevitablemente desigualdad.

Figura 1: Desigualdad de riqueza neta y participación en la riqueza por percentil de riqueza, Estados miembros, 2021

Los países se clasifican de menor a mayor nivel de desigualdad de riqueza (los datos de Polonia se refieren a 2017 en lugar de a 2021), medida por el índice de Gini, que oscila entre valores de 0 (igualdad máxima) y 100 (desigualdad máxima). Las barras muestran las participaciones en la riqueza de determinados percentiles de la distribución de la riqueza. Por ejemplo, las secciones rojas muestran las participaciones en la riqueza del 50 % más pobre de la población en la riqueza neta total del país.

Fuente: HFCS 2021 (2017 para Polonia)

Trayectorias divergentes

La evolución de la desigualdad de riqueza entre 2010 y 2021 desafía las narrativas simples. La desigualdad aumentó en nueve países, mientras que disminuyó en trece, lo que dibuja un panorama complejo de fortunas cambiantes en todo el continente. España, Finlandia y Estonia experimentaron aumentos significativos y sostenidos a lo largo del período. Eslovenia e Italia, por su parte, registraron picos repentinos y pronunciados que transformaron su panorama de desigualdad en un corto período de tiempo.

Entre las naciones donde la desigualdad disminuyó, la tendencia a menudo reflejó una mejora sostenida. Letonia, Irlanda, Austria, Alemania y Luxemburgo, varios de los cuales se encontraban entre los más desiguales de Europa, experimentaron reducciones constantes. Este patrón sugiere una convergencia provisional, ya que los países con un alto nivel de desigualdad vieron reducirse las disparidades, mientras que algunas naciones igualitarias, como Eslovenia, Grecia y Eslovaquia, experimentaron un aumento de las diferencias.

Esta convergencia no es motivo para la complacencia. Más bien, pone de relieve la naturaleza dinámica e impredecible de la distribución de la riqueza, lo que sugiere que ni la igualdad ni la desigualdad representan un equilibrio estable. Las decisiones políticas y las crisis económicas pueden remodelar rápidamente los resultados de la distribución, para bien o para mal.

Figura 2: Desigualdad neta de riqueza, Estados miembros de la UE, 2010 y 2021 (índice de Gini)

En algunos países se utilizan años distintos de 2010 y/o 2021 debido a la falta de datos disponibles (2014 en lugar de 2010 en Estonia, Hungría, Irlanda, Letonia y Polonia; 2017 en lugar de 2010 en Croacia y Lituania; 2017 en lugar de 2021 en Polonia). La línea negra representa la línea de 45° de igual proporcionalidad.

Fuente: HFCS 2010 y 2021

¿La vivienda, el gran divisor?

La vivienda se perfila como el principal motor de la desigualdad, ya que representa el 63 % de la riqueza neta total de la UE en 2021. Por lo tanto, las disparidades en las tasas de propiedad de la vivienda y en el valor de los inmuebles explican la mayor parte de la desigualdad de riqueza. Es fundamental señalar que los países que experimentan los aumentos más pronunciados de la desigualdad —Eslovenia, España y Grecia— vieron cómo las disparidades en la riqueza inmobiliaria impulsaban el cambio.

Sin embargo, la vivienda desempeña un papel paradójico en la distribución de la riqueza. Aunque impulsa la desigualdad, la propiedad de la vivienda protege al mismo tiempo contra la inseguridad económica y puede moderar las disparidades generales. La riqueza inmobiliaria suele mostrar una menor concentración que los activos financieros, y los países con altas tasas de propiedad de la vivienda suelen presentar una menor desigualdad de riqueza. Entre los seis países con las tasas de propiedad más altas —todos ellos nuevos Estados miembros— cinco se encuentran entre los más igualitarios de Europa. Por el contrario, cuatro países de Europa occidental con las tasas de propiedad de la vivienda más bajas —Alemania, Austria, Francia y los Países Bajos— se encuentran entre los más desiguales.

Esta relación sugiere el potencial democratizador de la propiedad de la vivienda, que distribuye la riqueza de forma más amplia de lo que jamás podrían hacerlo los mercados financieros. Sin embargo, este potencial se aleja cada vez más de los jóvenes europeos, para quienes la propiedad de la vivienda representa un sueño cada vez más lejano. A medida que los precios de los inmuebles y los alquileres aumentan por encima del crecimiento de los ingresos, generaciones enteras se ven excluidas del principal vehículo de acumulación de riqueza. Esta exclusión retrasa las transiciones vitales, socava la seguridad financiera y afianza la desigualdad intergeneracional de formas que repercutirán durante décadas.

Trazando un camino a seguir

Para abordar la brecha de riqueza en Europa se requieren medidas integrales centradas en la asequibilidad de la vivienda. Las medidas inmediatas deben incluir subsidios específicos para inquilinos de bajos ingresos, una expansión agresiva del parque de viviendas sociales e incentivos significativos para la construcción de viviendas asequibles. Estas intervenciones podrían comenzar a revertir la dinámica de exclusión que actualmente está remodelando la sociedad europea.

Más allá de la vivienda, las estrategias más amplias deben abordar las causas fundamentales de la concentración de la riqueza. Una fiscalidad progresiva del patrimonio, junto con declaraciones patrimoniales exhaustivas, podría generar recursos y mejorar la transparencia. Los programas de educación financiera empoderarían a los ciudadanos para acumular activos de forma más eficaz. Lo más importante es que los paquetes de medidas políticas deben dirigirse explícitamente a los grupos de clase media y bajos ingresos, garantizando que los beneficios de la prosperidad no se limiten a una élite reducida.

Lo que está en juego no podría ser más importante. La concentración extrema de la riqueza amenaza no solo la eficiencia económica, sino la propia democracia, ya que la concentración de la riqueza se traduce en concentración de poder. Solo mediante una acción sostenida y coordinada podrá Europa comenzar a desmantelar las profundas disparidades que ahora configuran su trayectoria. La alternativa —aceptar la división permanente entre los poseedores de la riqueza y los excluidos de sus beneficios— representa un futuro que ninguna sociedad democrática debería tolerar.


Fuente: https://www.socialeurope.eu/europes-wealth-gap-threatens-social-cohesion-as-housing-crisis-deepens

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