Derechos sociales de la UE: un informe revela avances, deficiencias y un llamamiento a la renovación de las medidas

Ahora que la Unión Europea se acerca a una revisión crucial de su agenda de política social, un nuevo informe solicitado por el Comité Económico y Social Europeo (CESE) ofrece una visión detallada de la situación actual del Pilar Europeo de Derechos Sociales (PEDS). Las conclusiones ponen de relieve tanto los avances significativos como los retos persistentes a medida que la UE se esfuerza por alcanzar sus ambiciosos objetivos sociales para 2030.


El PESR, puesto en marcha en 2017, se propuso reforzar la dimensión social de la UE, prometiendo condiciones de trabajo más justas, una mejor protección social y una mayor inclusión. El Plan de Acción de 2021 tradujo estos principios en medidas concretas, entre las que se incluyen cuatro directivas clave: condiciones de trabajo transparentes y predecibles, conciliación de la vida laboral y familiar, salarios mínimos adecuados y equilibrio de género en los consejos de administración de las empresas.

Según el estudio del CESE publicado recientemente, «Pilar Europeo de Derechos Sociales: situación en 2024», la mayoría de los Estados miembros han transpuesto ya estas directivas a su legislación nacional, aunque el proceso ha sido muy desigual. Como revela el documento adjunto «Informes por países», mientras que países como Francia, Alemania y Suecia solo necesitaron ajustes incrementales gracias a sus sólidos sistemas sociales, otros se enfrentaron al reto de introducir derechos y mecanismos de aplicación completamente nuevos. El informe señala que la voluntad política, la capacidad administrativa y la solidez del diálogo social han sido decisivos a la hora de configurar la respuesta de cada país.

Logros tangibles

Entre los logros más notables, el informe destaca la introducción generalizada de contratos por escrito, límites más estrictos a los períodos de prueba y nuevos derechos a la flexibilidad laboral y al permiso parental. En Polonia, por ejemplo, el número de padres que se acogen al permiso parental se ha quintuplicado desde las reformas, lo que indica un cambio cultural en las funciones de cuidado. Mientras tanto, Irlanda y Chequia han experimentado aumentos sustanciales del salario mínimo, lo que ha beneficiado directamente a los trabajadores con salarios bajos.

Sin embargo, el estudio también revela que los avances siguen siendo desiguales. Muchos Estados miembros no cumplieron los plazos iniciales para transponer las directivas y algunos, como España en lo que respecta a las condiciones de trabajo y Suecia en lo que respecta al equilibrio de género en los consejos de administración, aún no las cumplen plenamente. Los trabajadores atípicos y los trabajadores de plataformas a menudo quedan excluidos de las nuevas protecciones, y la aplicación sigue siendo un punto débil en varios países. Las inspecciones de trabajo y los organismos de igualdad suelen carecer de recursos suficientes, y las sanciones por incumplimiento son a veces demasiado bajas para disuadir de las infracciones.

También persisten las barreras culturales. A pesar de los avances legales, la utilización de los permisos relacionados con la familia por parte de los hombres sigue siendo baja en muchos países, obstaculizada por las normas tradicionales de género y los desincentivos económicos. El informe destaca que los derechos legales por sí solos no bastan para impulsar un cambio de comportamiento; se necesitan campañas de sensibilización pública y cambios en la cultura del lugar de trabajo para garantizar que se utilicen realmente los nuevos derechos.

Buenas prácticas y lecciones para el futuro

El análisis del CESE identifica varias buenas prácticas que podrían servir de modelo para otros. La participación temprana y activa de los sindicatos y las asociaciones patronales ha dado lugar a una aplicación más fluida y ambiciosa en países como Bélgica y Dinamarca. Algunos gobiernos han ido más allá de los mínimos de la UE, ofreciendo permisos más generosos u objetivos de adecuación salarial más elevados. Las orientaciones claras, los códigos de prácticas y los mecanismos de reclamación accesibles también han contribuido a traducir los derechos legales en beneficios prácticos para los trabajadores.

El momento adecuado: nuevo programa de trabajo de la Comisión y nuevo plan de acción de la EPSR

Las conclusiones del informe sobre la EPSR se producen justo antes de que la Comisión Europea adoptara su programa de trabajo para 2026, en el que se establece una visión para el «momento de independencia de Europa» y se reafirma el compromiso de la UE con un modelo social sólido en unas condiciones demográficas y económicas cambiantes. El nuevo programa hace hincapié de nuevo en los empleos de calidad, la movilidad laboral justa y la protección social como pilares esenciales para la competitividad y la resiliencia de Europa.

La Comisión también ha concluido recientemente su consulta pública de 2025 sobre el Plan de Acción del EPSR, que se desarrolló entre el 18 de junio y el 10 de septiembre de 2025. Se espera que a finales de este año se publique un nuevo Plan de Acción del EPSR, lo que significa que el informe del CESE llega en un momento especialmente oportuno.

El camino por recorrer

De cara al futuro, el informe sobre el EPSR pide un nuevo impulso tanto a nivel de la UE como a nivel nacional. Insta a los responsables políticos a ampliar las protecciones a todas las formas de trabajo, reforzar la aplicación de la normativa, invertir en la sensibilización del público y recopilar mejores datos sobre la aceptación de los nuevos derechos. El estudio también recomienda que los fondos de la UE se utilicen de forma estratégica para apoyar la aplicación y que los objetivos del EPSR se integren más firmemente en los marcos de gobernanza económica de la UE.

Ahora que se acerca la publicación del nuevo Plan de Acción de la EPSR, el informe advierte de que las ambiciones sociales de la UE siguen en peligro a menos que se subsanen las deficiencias y se mantenga el impulso. Si bien la EPSR ha impulsado mejoras tangibles en las condiciones de trabajo, los salarios y la igualdad de género, la promesa de una Europa más justa e inclusiva solo se hará realidad si los derechos que figuran en el papel se hacen realidad en la vida de las personas.

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